En 1386 el arzobispo, Antonio da Saluzzo, comenzó el nuevo proyecto con un estilo rayonnant gótico tardío, hay en el edificio muchos aspectos insólitos en Italia, que pertenecen a la tradición arquitectónica gótica de Bourges en Francia con dobles naves laterales y una arquería muy alta rematada por ventanales diminutos. Sus arcos tienen capiteles de difícil clasificación. El inicio de la construcción que coincidió con el acceso al poder en Milán de Gian Galeazzo Visconti, primo del obispo, fue entendido como una forma de recompensa a la nobleza y a las clases trabajadoras que habían sido duramente reprimidas por su tiránico predecesor Bernabé Visconti.
En 1389, se designó como arquitecto jefe al francés, Nicolas de Bonaventure, que le dio a la catedral su fuerte impronta gótica. Diez años más tarde, otro francés, Jean Mignot fue llamado desde París para evaluar y mejorar el trabajo realizado ya que los constructores necesitaban ayuda técnica para levantar las piedras hasta una altura sin precedentes.
La catedral de Milán es un templo de grandes dimensiones, de cinco naves, una central y dos naves laterales por cada uno de los lados, con al menos cuarenta pilares atravesada por un transepto seguido por el coro y el ábside. La nave central es muy alta, tiene una altura de 45 metros, sólo es más alta la incompleta nave central de la catedral de Beauvais con una altura de 48 metros. La construcción es de ladrillo, recubierto de mármol de color rosa.
Los tejados, que están abiertos al público, permiten una observación cercana de algunas esculturas de gran calidad. Es muy destacado el bosque de pináculos y chapiteles que se puede observar desde los mismos. El punto más alto del templo es la La Madonnina, obra en cobre dorado, de Giuseppe Perego, inaugurada en 1774.
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